TENER EN CUENTA QUE LOS TIEMPOS SE VAN A DILATAR.
Si una actividad normalmente me llevaría media hora, puedo preveer entre 15-30 minutos más.
Siempre estamos buscando estrategias para gestionar el tiempo, combinando trabajo, obligaciones, pendientes, la escuela, las actividades de cada miembro de la familia y también los momentos compartidos.
Durante la cuarentena administrada por COVID-19, en algunos aspectos ganamos tiempo libre y en otros vimos nuestro tiempo seriamente reducido con la aparición de nuevas responsabilidades. En cualquier caso, algo sucedió en todos los hogares: un cambio gigante en la vida cotidiana tal como la conocíamos. Entre presiones, quehaceres e incertidumbre, surge en boca de muchas y muchos una gran pregunta:
Cuestiones que antes encontraban alivio en el apoyo de la gran familia y amistades, o con la contratación de personal doméstico y/o de cuidado, hoy se vuelven más complejas ante la situación particular del aislamiento.
Lamentablemente, es casi inevitable que las rutinas se alteren, que se dificulte trabajar, que por momentos se complique la educación a distancia, y ni hablar de orden y limpieza. Es bueno ocuparse, tener un cronograma, pero incluyendo una dosis de realismo y bajando un poco -bastante- las expectativas.
Otro punto importante sería tener una buena comunicación con las personas que convivimos en el hogar. Distribuir las tareas y responsabilidades, apoyarnos entre nosotros y turnarnos para darnos un poco de tiempo libre. También es importante mantenernos en contacto con el resto de la familia, amistades, grupos de la escuela, etc., ya que aunque no podamos ayudarnos unos en otros presencialmente, sí lo podremos hacer con información, apoyo económico, contención emocional y mucho más.
Por último, creemos que esta es una gran oportunidad para integrar a los niños, niñas y adolescentes en las responsabilidades familiares en forma activa, y si ya lo veníamos haciendo, éste es el momento ideal para profundizarlo.
Desde aproximadamente los dos años ya pueden participar en actividades simples, como regar las plantas o colocar la basura en el cesto.
Si buscan ideas para involucrar a niños y niñas en las tareas domésticas, les recomendamos leer Consigue que tus peques colaboren en casa con una sonrisa
Ahora bien, imaginemos una situación ideal. Estamos en la cocina y esa pequeña personita nos ayuda a cocinar, alcanzando cosas, mezclando… Compartimos, nos divertimos, jugamos y ahorramos tiempo al hacer la comida.. ¡Una verdadera maravilla!
Si tienen peques e hicieron la prueba, sabrán que la situación real es algo más parecido a esto: las cosas se vuelcan, se enchastran. Demandan nuestra atención. Se aburren de la actividad y piden hacer otra cosa. Tenemos que estar pendientes de lo que estamos haciendo y de lo que están haciendo ellos a la vez. La dinámica de cocina “en soledad” se ve totalmente alterada.
Quizás. Pero cuando decidimos involucrarlos, no lo hacemos por practicidad. Sabremos que enfrentaremos incomodidades. Lo hacemos para poder compartir, para fomentar que adquieran nuevas habilidades y hábitos positivos, para que desarrollen la atención, la motricidad fina y gruesa, la paciencia y la perseverancia (entre otras cosas).
Si una actividad normalmente me llevaría media hora, puedo preveer entre 15-30 minutos más.
Esto puede ser un juego. Armamos una lista de todo lo que vamos a necesitar (puede ser con palabras o con dibujos, según la edad). Vamos buscando cada objeto o material y marcándolo en la lista. Así también aprendemos dónde se ubica cada cosa.
En especial para los más peques. Una cosa a la vez, y al terminar algo se puede dar otra tarea. Así se sentirán motivados, aprenderán a enfocarse y completar la actividad.
La prueba y error es parte del aprendizaje. Sin embargo, deberíamos evitar accidentes domésticos, desperdiciar alimento o a generar un caos complicado de arreglar (como una mancha de tinta en la alfombra). Recomendamos utilizar elementos seguros, que no se rompan, que no se puedan volcar fácilmente, tener precauciones con elementos eléctricos, etc.
Evitar la frustración de los niños y niñas, y también nuestra propia frustración. Es bueno incentivarles a completar las actividades pero sin presionarles, si vemos que se cansan o enojan podemos proponerles otra tarea, o un tiempo fuera y luego volver a probar si tienen ganas. Cuando logran concretarlas, felicitarles sin exagerar. Intentar que exploren todo tipo de actividades, con una proporción mayor de las que sabemos que les gustan.